Feria de Zafra: Don Felipe destaca al sector agroalimentario como motor de recuperación

Felipe VI ha reconocido la labor que el sector agroalimentario ha demostrado como “uno de los grandes motores de la recuperación económica española”. El rey inauguró la feria ganadera de Zafra, su primer acercamiento al mundo agroganadero desde su proclamación.

El rey abogó ayer por seguir trabajando “desde estas sólidas bases” para dar a conocer a un número cada vez mayor de consumidores su excelente calidad. Don Felipe hizo estas declaraciones en su discurso inaugural de la Feria Internacional Ganadera de Zafra y 561 de San Miguel, una de las más antiguas de España y donde acudió acompañado de doña Letizia, en lo que fue su primer acercamiento al mundo agroganadero desde su proclamación.

El rey, recordó que esta es la primera visita a Extremadura tras su proclamación, y destacó que esta Feria le da también la oportunidad para destacar “el aprecio y reconocimiento” que la Corona tiene hacia el mundo rural “a los hombres y mujeres que lo trabajan y lo cuidan porque lo habitan y lo aman”.

Por ello, remarcó “la inmensa gratitud” que la sociedad le debe al mundo rural “por preservar un auténtico tesoro”, ya que “sois reserva de vida, de naturaleza y tradición”, además de “sustento y origen de la modernidad”, dijo.

A juicio de Don Felipe, Extremadura tiene “un magnífico patrimonio natural y de calidad ambiental”, con los que se pueden generar mayores recursos y puestos de trabajo, ya que el sector agroindustrial y el desarrollo de estos productos y servicios “son pilares de la economía extremeña, pero también de tantos otros territorios” de España.

Tras la inauguración y descubrimiento de una placa conmemorativa, los reyes, acompañados del resto de autoridades, iniciaron un recorrido por las instalaciones del certamen, que acoge unas 2.500 cabezas de ganado ovino, caprino, bovino, porcino ibérico y equino, y en torno a 500 expositores del sector agroindustrial.

Por su parte, la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, se refiriió al certamen agroganadero segedano, como el “más consolidado en España” y referente para razas como la oveja merina o el porcino ibérico, “que sirven de ejemplo para otras citas” y con la que arranca el año agrícola.

El jefe del Ejecutivo extremeño, José Antonio Monago, también agradeció a Don Felipe y doña Letizia que hayan escogido para su primera visita a Extremadura desde su proclamación la feria de Zafra.

“No han podido elegir mejor momento, lugar y símbolo para venir, apoyando al campo extremeño”, dijo Monago, quien añadió que no se encontrará en España “mejores embajadores que nuestros ganaderos”. 

Fuente: EfeAgro

España trabajará firmemente para que nuestra agricultura sea sostenible desde una perspectiva de cambio climático

La ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, ha subrayado el compromiso de España en la mitigación del cambio climático, para lo que "trabajará firmemente para que nuestra agricultura sea sostenible desde el punto de vista económico, social y, por supuesto, desde una perspectiva de cambio climático".

Isabel García Tejerina ha intervenido en la sesión de Agricultura en la Cumbre del Clima de la ONU 2014, donde ha mostrado su satisfacción al comprobar cómo en esta cumbre hay un espacio sobre "un pilar indiscutible de la seguridad alimentaria y de la lucha contra el cambio climático: la agricultura".
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Durante su intervención, García Tejerina se ha referido al cambio climático como un "nuevo y complejo reto" al que debe enfrentarse la sociedad y la agricultura.

En este ámbito, la ministra ha expresado la necesidad de "impulsar políticas y medidas adecuadas, y fomentar el desarrollo de la ciencia y la innovación que aseguren la seguridad alimentaria y la mitigación del cambio climático".

En este contexto, García Tejerina considera que la agricultura, con su carácter multifuncional, "es vital para nuestras economías, nuestra sociedad, para el desarrollo de nuestros medios rurales y para el mantenimiento de nuestros paisajes", por lo que resulta imprescindible su preservación.

Asimismo, la ministra ha recordado que la agricultura es también un sector emisor, "por lo que debemos desarrollar políticas y medidas de mitigación que reduzcan las emisiones generadas y que aumenten su capacidad de actuar como sumidero de carbono", ha precisado.

Lucha contra el Cambio Climático

En la lucha contra el cambio climático, Isabel García Tejerina se ha referido a los "numerosos esfuerzos" llevados a cabo a nivel global y regional, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el Protocolo de Kyoto, la Política Agrícola Común (PAC) y las políticas nacionales y regionales de mitigación y adaptación.

En cualquier caso, la ministra entiende que "todavía existe un gran camino por recorrer en la lucha contra el cambio climático, de tal manera que, en el marco de una atmósfera de gobernanza, todos los agentes implicados puedan participar en garantizar la seguridad alimentaria desde una perspectiva de cambio climático".

La agricultura, mitigadora del cambio climático
Por lo que se refiere a España, García Tejerina ha destacado "la gran capacidad que nuestra agricultura puede tener para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, si bien es un sector especialmente sensible a los impactos del cambio climático".

Así, la ministra ha reiterado que "la agricultura es una de las prioridades para España, no sólo por su repercusión económica sino por su capacidad de mitigar el cambio climático". Para ello, el diseño de políticas de mitigación y adaptación "realistas" se debe realizar bajo un marco de gobernanza y participación de todos los agentes relacionados con el sector.

En este marco, García Tejerina ha avanzado que el Gobierno de España está diseñando una Hoja de ruta a 2020 para el sector agrario, como parte de la Estrategia española baja en carbono. También ha explicado que se ha creado un grupo de trabajo específico para identificar las medidas más adecuadas para el sector agrario español, desde la doble vertiente de mitigación y adaptación.

Además de trabajar en la búsqueda de medidas, "hemos apostado por la transferencia de conocimientos y de tecnologías", a través de la participación en foros internacionales. En este ámbito, España está adherida a iniciativas como la Alianza Global para la Investigación sobre los gases de efecto invernadero en la agricultura y la Alianza Global para una Agricultura Climáticamente Inteligente.

La ministra también ha mencionado la transferencia de conocimiento con los países latinoamericanos, a través de talleres, seminarios y webminars, en el marco de la Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climático y del Portal Regional de Transferencia de Tecnología y la Acción frente al Cambio Climático en América Latina y el Caribe.

Asecor publica un estudio sobre los sistemas de certificación forestal y de agricultura ecológica

San Vicente de Alcántara (Badajoz). 27/08/2014. El Estudio pretende analizar la situación del mercado en relación con las certificaciones, con el fin de consolidar nuevas líneas de negocio.

Propone herramientas para la implantación de este tipo de sistemas de gestión, que mejoran la situación global de los productos resultantes, y de los propios ecosistemas.

La Agrupación Sanvicenteña de Empresarios del Corcho, ASECOR, ha publicado el Estudio “Papel de los Sistemas de Certificación Forestal y de Agricultura Ecológica como Herramientas en la Gestión de la Dehesa y Motor de Nuevas Líneas de Negocio”, desarrollado durante más de un año de intenso trabajo de investigación y consulta.E1_promocional estudio_ValorDehesa_web

El estudio profundiza en la conveniencia de la implantación de los sistemas de certificación forestal (PEFC, FSC) y de Agricultura Ecológica, en dehesas singularmente, aterrizándolos sobre las prácticas ganaderas y selvícolas indicadas en los diferentes sistemas existentes en la actualidad. Así mismo, lleva a cabo un amplio estudio de la realidad y perspectivas de mercado para los productos certificados, en un contexto claramente expansivo para este tipo de productos, tanto en el territorio nacional, como en países de mercados avanzados.

Incluye, además, algunas recomendaciones orientadas a la mejora de la situación actual de los modelos de gestión de las dehesas, manteniendo el interés continuo en los beneficios económicos, sociales y medioambientales tanto de los productos agroalimentarios como de los forestales (leña y corcho principalmente). Destaca, así mismo, la diferenciación progresiva que estos procesos van consolidando tanto en productos como en territorios, posibilitando nuevas líneas de negocio relacionadas con el medio ambiente, tales como agroturismo, turismo de naturaleza, actividad cinegética, etc.

El estudio se ha llevado a cabo en el marco del Proyecto “Valor Dehesa”, de la Fundación Biodiversidad a través del Programa empleaverde, cofinanciado por el Fondo Social Europeo (FSE), y ha participado la Consultora GEA Forestal. Colaboran con el Proyecto DIAM CORCHOS SA, FORO ENCINAL y FSC – ESPAÑA. Puede descargarse de forma gratuita en la web de ASECOR, www.asecor.com.

Revolución normativa en el sector cárnico

El sector cárnico español está viviendo estos últimos meses una importante“revolución normativa” que va a marcar de forma determinante el futuro cercano de la industria, tanto en el mercado interior como en los estratégicos mercados internacionales de la carne y los productos cárnicos.

La reforma de la inspección veterinaria en porcino, la nueva Norma de Calidad de los Derivados Cárnicos y el Reglamento que recoge la lista de aditivos para preparados de carne, junto con la implementación de los sistemas de control y el renovado marco legal que supone la ya analizada Norma de Calidad de los productos ibéricos, configuran un periodo de cambios y adaptaciones para las industrias españolas, que tienen ante sí el reto de salir reforzadas para defender su posición en los mercados con competitividad y valor añadido.

Reforma de la inspección veterinaria en porcino

De un lado, el pasado mes de junio entraron en vigor el conjunto de cuatro nuevos Reglamentos de la Unión Europea, que representan la modificación más importante en la regulación sectorial desde que en 2006 empezó a funcionar el conocido como “Paquete de Higiene”con el que se establecía la normativa comunitaria sobre el control e higiene de los alimentos, dando un paso adelante en la legislación del Viejo Continente en cuanto a control, trazabilidad, seguridad, etc.

Ahora, estos nuevos Reglamentos introducen un necesario salto cualitativo para implantar una modernización en la inspección veterinaria de la carne de porcino, largamente solicitada po la industria, con la que se ofrecen mayores garantías en los procesos de producción, y con la que se sustituye un sistema más que obsoleto que estaba basado en principios decimonónicos de actuación.

El nuevo sistema se basa en la identificación y evaluación de los riesgos actuales llevada a cabo por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que indica que los principales peligros en la producción de carne no son detectables a simple vista, dando mayor papel protagonista a la Información de la Cadena Alimentaria (ICA) como instrumento clave para mejorar la eficiencia del control, orientar la inspección y permitir solucionar los problemas en los diferentes eslabones en la cadena donde tenga su origen, de la granja al matadero.

Se podía haber ido más lejos

La industria cárnica ha recalcado que se tendría que haber avanzado más en la participación más activa y la delegación de tareas en el personal de los mataderos. Hay que recordar que el modelo comunitario de inspección veterinaria en mataderos ahora reformado era contrario a los principios que rigen la propia legislación comunitaria, que quedaron establecidos ya en el año 2000 en el Libro Blanco sobre Seguridad Alimentaria.

El principio razonable y coherente de que los operadores de la cadena alimentaria son los primeros responsables de garantizar la seguridad de los productos que comercializan, chocaba con la presencia permanente de la Administración en las labores de inspección y control de los mataderos. Una contradicción que ha contribuido a generar confusión y a eludir o diluir responsabilidades.

Es decir, la responsabilidad de la seguridad alimentaria reside completamente en el operador o explotador de la empresa alimentaria, que no tiene que ser tutelada por la Administración competente, sino supervisada por ella, mediante auditoría sobre los sistemas de autocontrol implantados por el operador, junto a los protocolos de Buenas Prácticas Higiénicas, aplicación de la metodología de múltiples barreras, etc.

Por otra parte, las industrias cárnicas europeas han realizado un llamamiento a laComisión Europea para que negocie de manera activa el reconocimiento de este nuevo modelo europeo por nuestros socios comerciales en los países terceros, para evitar problemas en el comercio internacional de carnes, basados en las conocidas barreras administrativo-sanitarias que se esgrimen de forma persistente en algunos mercados de destino que despliegan un arsenal de medidas proteccionistas de sus sectores ganadero-cárnicos.

El gran cambio pendiente: estructuras administrativas eficientes y unificadas

Todos estos cambios, necesarios y valorados, tienen un cuello de botella que puede seguir entorpeciendo la actividad de las empresas españolas en los cada vez más competitivos y difíciles mercados internacionales de la carne.

En esos mercados no solo se compite con empresas y operadores de otros países, sino también con administraciones y modelos de gestión unificados, con altos índices de eficiencia en el apoyo a sus empresas.

Y hay que recordar (y es algo que desde las organizaciones del sector comoCONFECARNE: ANICE y FECIC se hace a cada momento) que España es el único país en la Unión Europea que mantiene un modelo de división de competencias administrativas entre departamentos diferentes (Agricultura-Sanidad-Consumo-Comercio), además de las competencias sanitarias de la Comunidades Autónomas.

Este sistema es contrario a esos dos pilares básicos de la legislación alimentaria de la Unión Europea ya citados: el enfoque integral “de la granja a la mesa” y el principio de responsabilidad de los operadores de la cadena alimentaria.

Por ello el sector viene reclamando un cambio de modelo que prime la eficacia en la gestión, la racionalización de los recursos y la competitividad de España como país. En definitiva, lograr una unificación de esas competencias en un departamento como Agricultura, que garantice la coordinación de los controles desde el origen y entienda los requerimientos del sector de cara a los mercados exteriores.

 

Los cuatros Reglamentos que han entrado en vigor son:

– Reglamento 216/2014, que modifica los controles de triquina en mataderos, en base al concepto de explotación con condiciones controladas de alojamiento.

www.boe.es/doue/2014/069/L00085-00092.pdf

– Reglamento 217/2014, mediante el que se refuerzan los controles de Salmonella en canales, modificando al Reglamento 2073/2005.

www.boe.es/doue/2014/069/L00093-00094.pdf

– Reglamento 218/2014, modifica diversos aspectos de los Reglamentos 853/2004, 854/2004 y 2074/2005.

www.boe.es/doue/2014/069/L00095-00098.pdf

– Reglamento 219/2014, modifica el Reglamento 854/2004 e introduce la reforma de la inspección veterinaria de la carne de porcino.

www.boe.es/doue/2014/069/L00099-00100.pdf

Nueva norma de calidad para los derivados cárnicos

Hasta ahora, las industrias cárnicas tenían un problema. Los elaborados cárnicos se han ido adaptando a las exigencias de los nuevos hábitos de los consumidores y los requerimientos del mercado. Pero, como siempre, la legislación va por detrás de la realidad. Las antiguas normas de calidad de estos productos habían quedado obsoletas hace muchos años y eran una continua fuente de conflicto con los servicios oficiales de inspección, limitando y condicionando la reformulación y la innovación de elaborados, restando competitividad a la industria cárnica española.

Un ejemplo. Se pide a la industria que reduzca el contenido de grasa de sus productos porque estos ingredientes son vistos como menos saludables por la sociedad. Pero la empresa que se proponía fabricar un chorizo más ligero, con más carne y menos grasa, se encontraba con que a menudo quedaba fuera de norma por el parámetro físico-químico de la humedad. No deja de ser una incoherencia: más calidad, pero fuera de norma.

Otro más. El fabricante que se dispone a elaborar un embutido curado de otras carnes, como el pavo, tan demandado por los consumidores, choca de nuevo con esa norma que no lo contempla.

Estos y otros muchos problemas van a ser solventados desde que el pasado 13 de junio el Consejo de Ministros aprobó la nueva Norma de Calidad de los Derivados Cárnicos, que se convierte en el nuevo marco legal para la clasificación, composición y etiquetado de todo los productos y preparados cárnicos.

Largamente trabajada y esperada por el sector, es ésta una disposición de gran relevancia para las industrias, ya que establece una  nueva regulación para todos los derivados cárnicos, englobando en este concepto tanto a los preparados de carne como a los productos cárnicos, actualizando y simplificando la regulación actual e integrándolos todos bajo un único texto legal, que adapta la regulación también a la normativa comunitaria.

La nueva norma elimina por tanto obstáculos a la actividad económica del sector y le ofrece mayor seguridad normativa, facilitando la competencia entre los distintos operadores del mercado.

También promoverá, como se ha indicado, la innovación y desarrollo de nuevos derivados cárnicos con perfiles específicos, demandados cada vez más por los consumidores, aunque que no contaban con una regulación adecuada hasta este momento. Igualmente, proporcionará una mejor información en el etiquetado, clarificando las denominaciones de venta y ofreciendo mayores garantías al consumidor.

En definitiva, otro nuevo reto para las industrias, que tienen que asegurarse de que los productos que elaboran cumplen los nuevos requisitos que se establecen en la regulación, tanto en lo referido al etiquetado como a la composición, pero que les permitirá trabajar con mayor seguridad para buscar un mejor posicionamiento en los diferentes segmentos del mercado, cada vez más complicados, competitivos y maduros.

Aditivos, el largo camino de una regulación incompleta

Otro foco de inseguridad para los operadores del sector han sido los aditivos alimentarios autorizados para ser incluidos en la formulación de productos.

Esta lista y sus criterios estaban regulados por la Unión Europea en dos Reglamentos de 2008 y 2011. Sin embargo, y para sorpresa del sector, estas disposiciones no abordaron adecuadamente el empleo de aditivos en preparados de carne, algunos de los cuales, ampliamente usados, no quedaron recogidos.

Por ello, la Comisión Europea elaboró una nueva propuesta, que ha tenido mucho más debate del que se preveía, con los Estados miembros y con el sector. Ha sido una negociación larga y compleja que ha mantenido en una situación de inseguridad jurídica a las empresas, y que finalmente se ha plasmado en el nuevo Reglamento 601/2014.

El sector español ha quedado solo moderadamente satisfecho con el resultado final, ya que, como en el caso de la norma de calidad, se había solicitado la incorporación de algunos aditivos que la industria considera necesarios para no coartar la innovación y el desarrollo de nuevos productos, pero que finalmente no se han recogido.

En todo caso, este nuevo Reglamento sí ha registrado otros usos muy necesarios y proporciona la necesaria seguridad jurídica a los operadores, según la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España (ANICE), y, además, establece la distinción entre los preparados de carne y los productos cárnicos, una categorización que resulta esencial para la aplicación de la reglamentación a cada uno de los tipos de productos.

 textos de ambas normativas son:

– Real Decreto 474/2014, por el que se aprueba la norma de calidad de derivados cárnicos.

www.boe.es/boe/dias/2014/06/18/pdfs/BOE-A-2014-6435.pdf

El Real Decreto deroga nueve disposiciones, desde la más antigua del año 1980, la Norma de Calidad de los embutidos crudos curados, hasta el Real Decreto 1079 de 2008 sobre etiquetado de jamones y paletas curados.

La norma clasifica y caracteriza los distintos productos cárnicos en los siguientes grupos: tratados por el calor (esterilizados, pasteurizados y con tratamiento térmico incompleto), no tratados por el calor (curados, oreados, adobados y salmuerizados) y los preparados de carne.

Igualmente, recoge las denominaciones de venta consagradas por el uso y de productos tradicionales, para evitar problemas en su empleo y reflejar la riqueza de la charcutería española.

– Reglamento 601/2014, por el que se modifica el anexo II del Reglamento (CE) no 1333/2008 del Parlamento Europeo y del Consejo en lo que respecta a las categorías de carnes y a la utilización de aditivos alimentarios en preparados de carne

www.boe.es/doue/2014/166/L00011-00021.pdf

 

Autor: José María Álvarez. Fuente: qcom.es

¿Cómo adaptar un Plan de Gestión de Dehesa a los Requisitos de los Sistemas de Certificación?

San Vicente de Alcántara (Badajoz). 07/08/2014. Asecor edita una guía práctica con el fin de informar a profesionales y empresas vinculadas con la dehesa sobre los sistemas de certificación aplicables en la dehesa.

Servirá, además, para facilitar la puesta en marcha de procesos de mejora integral de las dehesas, y de sus productos resultantes.

La Guía será presentada en público, y puede descargarse de forma gratuita en la web de ASECOR.

La Agrupación Sanvicenteña de Empresarios del Corcho, ASECOR, edita y publica la guía titulada “Cómo adaptar un Plan de Gestión Forestal a los Requisitos de los Sistemas de Certificación”, de carácter eminentemente práctico, con el claro objetivo de facilitar la adaptación de la gestión forestal a los diferentes sistemas certificables que existen en la actualidad.

E2_promocional_guia_plan_forestal_webLa guía, que está disponible en la web de ASECOR (www.asecor.com), incluye entre sus contenidos una revisión de los diferentes sistemas de gestión, incluyendo los reconocidos estándares PEFC, FSC, y de producción ecológica, así como los pasos que deben darse para certificar una dehesa en cualquiera de las modalidades que permiten estos modelos.

La certificación de los bosques, que ha experimentado un auge en los últimos años, en parte por las demandas del mercado de los productos derivados, pero también por la necesidad de mejorar la gestión que se hace los mismos, se está convirtiendo en una herramienta que mejora sustancialmente la situación social, económica, y medioambiental de las explotaciones agroforestales. En este sentido, cada vez más profesionales tanto del corcho o la madera, como de las propias dehesas o de sectores de mercados finales, están apostando por incorporar estas certificaciones en las diferentes etapas de los procesos productivos, asegurando así la sostenibilidad y el respeto máximo por una gestión integral y responsable de los recursos naturales y medioambientales. Estos procesos, sin duda, mejoran la calidad y competitividad de los productos resultantes, abriéndose paso en nuevos mercados cada vez más exigentes con estos indicadores.

La guía forma parte de las acciones previstas en el Proyecto “Valor Dehesa”, de la Fundación Biodiversidad a través del Programa empleaverde, cofinanciado por el Fondo Social Europeo (FSE), y desarrollado en Extremadura y Andalucía. Colaboran con el Proyecto DIAM CORCHOS SA, FORO ENCINAL y FSC – ESPAÑA

Más info: www.asecor.com Descarga aquí la Guía

El lado oscuro de los tomates italianos

Prince Bony nunca pensó que después de atravesar el desierto y cruzar el mar acabaría ejecutando el mismo trabajo que tenía en su país. Mientras está sentado ante la puerta de una granja abandonada, un vestigio de la reforma agraria, mira al horizonte y reflexiona sobre su vida. Prince comparte este improvisado hogar con una docena de trabajadores temporales de Ghana. Sin papeles, sin dinero, sin expectativas. Han encontrado refugio en medio del campo, en este cúmulo de ruinas que irónicamente lleva el nombre de Borgo Libertá (Borgo Libertad).

Envuelto en un viejo abrigo hecho jirones, Prince contempla el sol mientras se esconde en el horizonte. Y en ese instante, de su boca sale solamente una palabra: “Tomate”. Se le ilumina la cara en cuenta la pronuncia. Pero es un rostro que oculta un halo de tristeza. “En Navrongo, mi ciudad, cultivaba tomates”. 

Los tomates apilados a ambos lados del camino que va desde Tamale a Navrongo tiemblan cuando los camiones cargados de cajas vacías pasan a toda velocidad por la ruta que une el norte con el sur de Ghana. El ruido de los motores, los bocinazos y el traqueteo de los remolques ahogan los gritos de las mujeres que exponen hábilmente a la venta su mercancía roja en la cuneta. Pero es en vano. Ya nadie quiere tomates frescos. 

A estas vendedoras les embarga la desesperación. En sus puestos, los apetitosos tomates terminan estropeándose y acaban pudriéndose. Ahora, los clientes solo compran latas de Salsa, Gino y Obaapa, marcas de concentrado de tomate importadas desde Italia o China.

“No hay ningún plato de la cocina ghanesa que no incluya tomate entre sus ingredientes. Pero ya no se venden los tomates que plantamos aquí”. Ayine Atomsko, responsable de una pequeña comunidad agrícola de Vea, tiene un aspecto triste, de alguien que recuerda haber vivido mejores tiempos. Hace solamente 20 años, el cultivo de tomates era un negocio floreciente en la región Upper East, en la zona agrícola del norte de Ghana. Cualquier agricultor cultivaba tomates en un par de hectáreas convencido de que podría venderlos a buen precio.

Pero a inicios del siglo XXI, el maná se convirtió en una maldición. El cierre de la fábrica de procesamiento de Pwalugu, la fuerte competencia de la vecina Burkina Faso y en especial la masiva importación de tomate enlatado desde Italia y China han contribuido a truncar los sueños de los granjeros de esta región.
“Nos han arruinado”, afirma Aolija Tenitia, que en 2007 consiguió el título de Granjera del año y fue recibida como invitada de honor en el Ministerio de Agricultura y en la televisión estatal en Accra. Por aquel entonces, era la propietaria de un boyante terreno cultivable. Pero ahora se dedica a la agricultura de subsistencia. 
Fue precisamente a lo largo de 2007 cuando, cansados de tener deudas y de haber invertido todos sus ahorros en semillas, fertilizantes y en la tierra, un grupo de agricultores desesperados se quitó la vida.

l mercado de Makola, el principal mercado de Accra y uno de los más grandes de África occidental, es el centro comercial de la ciudad. Un auténtico hormiguero humano donde se concentran cientos de vendedores ambulantes en un dédalo de calles estrechas y un tránsito desordenado de camiones cargados hasta arriba con mercancía de todo tipo expuesta al sol. Por todas partes se pueden ver puestos de madera atiborrados de latas de tomate formando misteriosas figuras geométricas que los vendedores colocan hábilmente. Salsa, Fiorini, son marcas italianas de concentrados de tomate. A estas marcas les sientan bien los tomates: incluso la lata del producto chino Gino muestra la bandera tricolor italiana para atraer a los consumidores. 

Pero ahora, la clientela solo pide productos envasados”. “La marca Gino es una de las que más éxito tiene, aunque Salsa también se vende bien”, explica Sewa desde su pequeño puesto pintado con colores brillantes. En el transcurso de estos últimos años, Agnes ha visto cómo las frutas y verduras desaparecían paulatinamente del mercado, siendo sustituidas por latas de tomate en conserva procedentes de lugares remotos.

SubirPhilip Ayamba, director del Community Self Reliance Centre, una organización que trabaja estrechamente con los productores de tomate, cree que el gobierno debería haber limitado la cantidad de concentrado que se importa. “Si se hubiera regulado el mercado, los agricultores hubieran conseguido mejores precios y habrían tenido un mercado para sus productos. Pero el gobierno hizo exactamente lo contrario. Abrió las puertas del país a las importaciones de tomate concentrado europeo. Y ahora, hay una variedad tan amplia y tal cantidad de productos que resulta prácticamente imposible vender los cultivados localmente”.

Desde el año 2000, el gobierno ha reducido los derechos arancelarios sobre algunos productos importados, incluido el concentrado de tomate, dando como resultado una avalancha de productos extranjeros en los mercados locales. De acuerdo con los cálculos de la FAO, las importaciones de concentrado de tomate han aumentado un 650% entre 1998 y 2003. Y durante ese mismo periodo, la proporción de tomates ghaneses en los mercados locales ha disminuido bruscamente pasando del 92% al 57%. Una caída que no ha afectado solamente a los productores de tomate, sino también a otras empresas del sector. Los modelos del International Food Policy Research Institute (IFPRI) estiman que en el proceso de llevar un tomate del campo a la mesa del consumidor hay implicadas 25 personas, incluyendo a granjeros, transportistas, minoristas, intermediarios, propietarios de restaurantes y otro tipo de establecimientos. 

Ghana importa cada año aproximadamente 50.000 toneladas de tomates en conserva. Un mercado muy jugoso que Italia ha copado hasta hace aproximadamente 10 años pero que ahora debe compartir con China.

En la planta de procesamiento de concentrado de tomate marca Salsa, las latas hacen un ruido ensordecedor girando sobre la cinta transportadora. Al mando de las carretillas elevadoras, los trabajadores introducen multitud de latas en recipientes de cartón. “Estas van mañana a Costa de Marfil”, afirma el director. “Cuando mi padre fundó esta empresa en 1968, producíamos 10.000 latas al día. Una cantidad extraordinaria en aquella fecha”, dice Angelo D’Alessio, presidente de la empresa Centro Esportazione Conservati (CEC). “Hasta hace 20 años, África era el principal cliente de concentrado de tomate de Italia”. Pero incluso hoy día, el negocio sobrevive gracias al mercado africano. Toda la producción de esta fábrica en Nocera Superiore, en la provincia de Salerno, se exporta más allá del Mediterráneo. El volumen de negocio anual de esta compañía oscila entre los 20 y los 30 millones de euros, debido principalmente a las ventas de su marca líder Salsa.

“Después de California, Italia es mayor productor de conservas de tomate, en cuanto a la cantidad de producto fresco que se obtiene”, presume Giovanni de Angelis, director de ANICAV, Asociación nacional de productores industriales de verduras y conservas de alimentos. En 2013, y de acuerdo con los datos que proporciona Federalimentare, la industria italiana de procesamiento de tomate exportó 1.127 millones de toneladas de concentrado de tomate, con un volumen de ventas de 846 millones de euros en un mercado que obtuvo un crecimiento anual del 8,32%.

El corazón de este negocio está en la zona centro-sur de Italia, en la región de Nápoles, un lugar estratégico para la elaboración y el comercio. Contenedores cargados de latas de concentrado de tomate made in Italy salen cada semana desde los muelles del puerto napolitano a todos los rincones del planeta.

Sin embargo, y debido al avance de los proyectos urbanísticos que han acabado con el terreno agrícola napolitano, la producción agraria se ha trasladado a Puglia. El valle de Capitanata que rodea Foggia, un campo ya de por sí fértil para el cultivo de cereales, se ha convertido ahora en una mina de oro rojo.

Entre las praderas amarillentas del valle de Capitanata, que se extiende entre la costa del mar Adriático y las colinas de Gargano, camiones articulados cargados con cajas de tomates transitan a lo largo de las carreteras mal pavimentadas en dirección a Nápoles, dejando nubes de polvo tras de sí. Hay un ambiente de lejano oeste que gradualmente da paso a un escenario más africano. Trabajadores temporales ilegales de Ghana, Malí y Senegal se aproximan en fila india a sus campamentos después de finalizar una jornada de duro trabajo. Desde finales de julio hasta mediados de octubre, miles de ellos pasan la noche en esos campamentos del sur de Italia durante la temporada de recolección del tomate. 

Trabajan bajo cuerda y perciben un salario por tarea realizada, no por hora de trabajo. Es decir, cobran 3,5 euros por cada 300 kilos de tomates que recolectan, lo que supone menos de 20 euros al día por un trabajo demoledor. No tienen contrato de trabajo ni tampoco seguro médico, y están a merced de lo que dispongan los caporali –intermediarios entre los trabajadores y sus empleadores–. Si a mediodía tienen hambre, mordisquean un tomate robado. Al anochecer, regresan cansados a sus campamentos, donde se les ha proporcionado una cama: un colchón al aire libre o en el interior de una improvisada chabola.

Los invisibles de la cosecha. Son miles los inmigrantes que recorren todo el sur de Italia. Casi ninguno de ellos tiene papeles y harán lo que sea con tal de trabajar. “Ni siquiera en África he visto a nadie vivir en estas condiciones”, protesta Yvan Sagnet, un estudiante camerunés que en 2010 organizó la primera huelga de trabajadores temporales en los campos de cultivo de Puglia. Ahora trabaja para CGIL, el principal sindicato italiano, defendiendo los derechos de los inmigrantes. 

Italia, el tercer mayor productor agrícola después de Francia y Alemania, compite con España por el primer puesto como productor de verduras y hortalizas. En los últimos 10 años, Italia ha producido una media de seis millones de toneladas de tomates al año (datos de FAOSTAT). Según la FAO, Italia recibió ayudas en 2001 de la Unión Europea para exportar concentrado de tomate mediante el reembolso de 45 euros por cada tonelada de producto exportado. Pero eso no es todo. Oxfam informa que la Unión Europea ofrece subvenciones a la producción de tomate por un importe aproximado de 34.5 euros por tonelada. Unas subvenciones que cubren el 65% del precio final del producto en el mercado.
Pero, ¿de verdad no hay nadie en Bruselas que sepa que las subvenciones a la exportación solo consiguen una bajada del precio de los productos locales en África?

La historia de Prince Bony es solo un ejemplo de este perverso mecanismo. Sentado ante su vivienda en ruinas, de la que tendrá que marcharse muy pronto ya que el tejado está a punto de ceder, aún no sabe cuál será la próxima etapa de su viaje. Este joven inmigrante, que representa la versión contemporánea de Sísifo, parece condenado a recoger tomates, tal como el hijo de Eolo se vio forzado a empujar incesantemente una roca hasta la cumbre de una montaña. Pero lo que Prince Bony ignora es que el rendimiento de su mano de obra indocumentada en los campos de tomates del sur de Italia está ocasionando un perjuicio tremendo a los agricultores de la zona agrícola del norte de Ghana, que se ven obligados a abandonar sus tierras. La misma tierra que una vez le perteneció a él. 

El reportaje de investigación de Mathilde Auvillain y Stefano Liberti se realizó gracias a la beca de innovación de reporterismo de desarrollo del Centro Europeo de Periodismo, subvencionada por la Fundación Bill y Melinda Gates.

[Fuente: El País]

 

 

 

 

 

Asecor asesora a profesionales y empresas sobre los sistemas de certificación

San Vicente de Alcántara (Badajoz). 30/07/2014. La iniciativa, enmarcada en el Proyecto “Dehesa: el valor de la calidad”, es gratuita para profesionales y empresas que deseen mejorar la forma en que gestionan la dehesa y sus productos resultantes.

La Agrupación Sanvicenteña de Empresarios del Corcho, ASECOR, que aglutina a cerca de 53 empresas corcheras, está llevando a cabo acciones de asesoramiento gratuito tanto a profesionales como a empresas vinculadas con el sector del corcho, con el objetivo de mejorar la manera en que se gestiona el ciclo de vida del corcho en nuestras dehesas.

AS1_Cartel ASesoramiento_vd_webLa cuestiones principales en las que se centra esta iniciativa de consulta técnica giran en torno a los sistemas de certificación existentes en la actualidad, y que, sin duda, son la mejor herramienta disponible para la mejora integral de este sector productivo, ya que inciden en las componentes ambiental, social y económica de esta actividad.

Las consultas se refieren principalmente a las certificaciones Systecode, APPCC, FSC, PEFC, y de Agricultura Ecológica, que están creciendo en número de implantaciones en toda la Península Ibérica. Mejoran significativamente tanto la manera en que se gestiona el territorio, las dehesas, como la forma en que se obtienen los productos resultantes, prioritariamente corcho en el caso de las empresas beneficiadas, afectando a toda su cadena de valor. Hoy en día, estas certificaciones significan sobre todo una apuesta por la mejora continua, y un compromiso definitivo por la sostenibilidad y el medio ambiente.

Próximamente, en esta línea de trabajo, se presentará una guía técnica sobre los sistemas de certificación forestales, y un estudio llevado a cabo para analizar su impacto en la economía actual, enmarcados en el Proyecto “Valor Dehesa”, de la Fundación Biodiversidad a través del Programa empleaverde, cofinanciado por el Fondo Social Europeo (FSE), y desarrollado en Extremadura y Andalucía. Colaboran con el Proyecto DIAM CORCHOS SA, FORO ENCINAL y FSC – ESPAÑA.

El coste real de una hamburguesa (The True Cost of a Burger)

???????????????In 2005, the House of Representatives passed an act that forbade consumers to sue fast-food operators over weight gain. “The Cheeseburger Bill” (formally, “The Personal Responsibility in Food Consumption Act”) attempted to legislate the message that the costs of fast food are personal, not social, and certainly not a consequence of selling harmful food at addictively low prices.

The reality is different, as we begin to understand the extent of the financial and economic costs wrought on our society from years of eating dangerously. That’s a different kind of cheeseburger bill; the butcher’s bill, if you like: The real cost.

What you pay for a cheeseburger is the price, but price isn’t cost. It isn’t the cost to the producers or the marketers and it certainly isn’t the sum of the costs to the world; those true costs are much greater than the price.

This is an attempt to describe and quantify some of those costs. (I have been working on this for nearly a year, with a student intern, David Prentice.) It’s necessarily compromised — the kinds of studies required to accurately address this question are so daunting that they haven’t been performed — but by using available sources and connecting the dots, we can gain insight.

Whatever the product, some costs are borne by producers, but others, called external costs — “externalities,” as economists call them — are not; nor are they represented in the price. Take litter: If your cheeseburger comes wrapped in a piece of paper, and you throw that piece of paper on the sidewalk, it eventually may be picked up by a worker and put in the trash; the cost of that act is an externality. Only by including externalities can you arrive at a true cost.

Almost everything produced has externalities. Wind turbines, for example, kill birds, make noise and may spin off ice. But cheeseburgers are the coal of the food world, with externalities in spades; in fact it’s unlikely that producers of cheeseburgers bear the full cost of any aspect of making them. If we acknowledge how much burgers really cost us we might either consume fewer, or force producers to pick up more of the charges or — ideally — both.

We estimate that Americans eat about 16 billion burgers a year of all shapes and sizes, based on data provided by the NPD Group, a market research firm. (The “average” cheeseburger, according to the research firm Technomix, costs $4.49.) And our calculation of the external costs of burgers ranges from 68 cents to $2.90 per burger, including only costs that are relatively easy to calculate. (Many costs can’t possibly be calculated; we’ll get to those.)

The big-ticket externalities are carbon generation and obesity. Environmental Working Group’s “Meat Eater’s Guide” (2011) estimates the carbon footprint of beef cattle at 27 pounds of CO2 equivalent per pound; the use of “spent” dairy beef in burger meat reduces that slightly, but we can say that each pound of burger meat accounts for roughly 25 pounds of CO2 emissions. (Cheese counts, too: It produces 13.5 pounds of CO2 equivalent per pound, and even bread has a carbon footprint.)

The cost of this carbon is hard to nail precisely, but the government’s official monetary valuation of greenhouse gas pollution is roughly $37 per metric ton of CO2 emissions. Many experts, however, double that rate; others multiply it nearly tenfold. So the monetary value of the carbon emissions produced by the average cheeseburger might range from 15 cents (the official government rate), to 24 cents (conservative independent sources) and $1.20 (high independent). The average of these three estimates comes out to 53 cents per burger.

The calculable chronic disease costs are similar. There’s some evidence that red meat intake may increase risk of cardiovascular disease and mortality, but like many of the speculative externalities discussed below, it’s impossible to assign a cost to this. (If red meat were further implicated in cardiovascular disease, the true costs of a burger would rise significantly.)

In any case, a main factor in the rise of obesity has been an increase in the availability of calorie-dense foods, and burgers played a big role in this process. Between 1970 and 2000, per capita calorie intake increased by 24 percent, and the “food-away-from-home sector” grew to nearly half of all food we eat. Restaurants, of course, are the source of most burger consumption.

Between 2007 and 2010, 11.3 percent of adult Americans’ daily caloric intake came from fast food. Correlation is not causation, of course, and it seems likely that foods high in sugar and other hyperprocessed carbohydrates are most responsible for high obesity rates, but burgers certainly played a role in rising caloric intake.

To estimate the share of obesity-related costs resulting from burger consumption, we estimated the share of calories coming from burgers in fast-food restaurants, where the majority are eaten. Assuming that the 11.3 percent of calories is proportional to the incidence rate of obesity (it may be higher), its associated health risks, and its treatment costs, up to 15 percent of fast food’s share of direct and indirect costs arising from obesity (about 1.65 percent of the whole) are attributable to burgers.

The link between obesity and a handful of deadly chronic diseases — arthritis, cardiovascular disease, hypertension, Type 2 diabetes and some cancers, among others — is well documented, as is their enormous economic burden. Direct medical diet-related costs are currently pegged at about $231 billion annually.

These numbers above would mean that this cost of burgers is about $4 billion per year (from fast food burgers only!), which averages out to 48 cents per burger. (Some put these costs five or six times as high, and there are indirect costs as well; again, we’re being conservative.) And between 2010 and 2030, the combined costs arising directly from diseases related to obesity could increase by an additional $52 to $71 billion each year. This could double the cost per burger in additional health costs alone.

Some other costs are only vaguely calculable, and we have numbers, but the ranges are so great that they’re useless; what matters, though, is that the numbers are above zero. There are elevated nitrates in water supplies resulting from the chemical fertilizers used to grow corn to feed cattle (the city of Des Moines has been forced to spend $3.7 million to build a water treatment facility for precisely this reason; then there’s the famous “dead zone” in the Gulf of Mexico); the cost of food stamps and other public welfare programs made necessary in part by the ultralow wages paid at most fast-food operations; the beef industry’s role in increasing antibiotic resistance, which costs, according to the Centers for Disease Control and Prevention, something like $55 billion a year; some measure of E. coli illnesses; and land erosion, pesticide residues, direct corn subsidies, injury rates at slaughterhouses, and so on.

Each of these adds pennies or less to the external costs of a cheeseburger. But although they may be trivial individually (unless of course, you’re being directly affected by them), they add up. Even more difficult to calculate are the “cost” of a shortened life, or the value of loss of biodiversity that results from the destruction of rain forests to provide land for cattle or their feed. There is even an emerging body of research linking decreased male sperm quality to mothers’ beef consumption.

Last year, burger chains grossed about $70 billion in sales. So it’s not a stretch to say that the external costs of burgers may be as high as, or even outweigh, the “benefits” (if indeed there are any other than profits). If those externalities were borne by their producers rather than by consumers and society at large, the industry would be a highly unprofitable, even silly one. It would either cease to exist or be forced to raise its prices significantly.

In this discussion, the cheeseburger is simply a symbol of a food system gone awry. Industrial food has manipulated cheap prices for excess profit at excess cost to everyone; low prices do not indicate “savings” or true inexpensiveness but deception. And all the products of industrial food consumption have externalities that would be lessened by a system that makes as its primary goal the links among nutrition, fairness and sustainability.

Fuente: The New York Times [ver]

Curso sobre saca y buenas prácticas ambientales en Zufre, Huelva

San Vicente de Alcántara (Badajoz). 10/07/2014. Durante esta semana, ha tenido lugar el curso sobre la saca del corcho, y buenas prácticas ambientales, en la localidad onubense de Zufre.

La finca el Chorrito, certificada según el estándar FSC,  ha albergado las sesiones teóricas y prácticas, para un total de 15 alumnos.

Los días 7 al 9 de julio, la localidad de Zufre ha acogido la tercera edición del Curso  “Técnicas de Descorche y Buenas Prácticas Ambientales”, organizados por ASECOR, la Agrupación Sanvicenteña de Empresarios del Corcho.

FP3_poster_Huelva_JUL2014_web_v2Quince personas formadas en esta ocasión, de un total de cincuenta y cinco, que han tenido la oportunidad de profundizar en cuestiones como la valorización de las dehesas a partir de las diferentes certificaciones existentes, la seguridad y salud en la práctica de la saca (o extracción artesanal del corcho de los alcornoques), o la ampliación de las técnicas de extracción corcheras como parte práctica de esta formación.

La Finca El Chorrito, certificada con el sello FSC de responsabilidad en la gestión forestal, ha sido el lugar escogido en esta ocasión, un paraje de alcornoques en terrenos escarpados que rodea al Embalse de Zufre, en pleno Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Entre las organizaciones y personas del profesorado, se encontraban responsables y miembros de FSC- España, técnicos de Prevemont, y del CICYTEX, el Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura.

Tanto este curso, como los dos anteriores en Alcuéscar y San Vicente de Alcántara, han sido gratuitos, enmarcados en el Proyecto “Valor Dehesa”, de la Fundación Biodiversidad a través del Programa empleaverde, cofinanciado por el Fondo Social Europeo (FSE), y desarrollado en Extremadura y Andalucía. Colaboran con el Proyecto DIAM CORCHOS SA, FORO ENCINAL y FSC – ESPAÑA.

Kellogg’s: todo empieza con sol y cereales

Os presentamos el último vídeo de promoción general que saca Kellogg's con el objetivo de "reinventarse" y vincularse al campo, al origen de sus materias primas, sol y cereales. Recuerda al estilo de los anuncios de Chipotle, que ya compartimos en esta web hace tiempo.

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